Descance en paz, la fundadora de este gran grupo, Santa Sabina....muere muy jóven de Cáncer de mama, tenía gran voz y carisma....lo bueno es que ya no va a sufrir. Un saludo y nuestras condolencias a la familia y al grupo. Atte: GZ
¿Cómo podré encontrar
algo para el malestar,
—Rita Guerrero
Rita Guerrero, fundadora y cantante del grupo de rock Santa Sabina, murió el pasado viernes a los 46 años de cáncer de mama, la misma terrible enfermedad de la que murió mi madre hace unos meses. Aunque compartió los escenarios con la entonces nueva camada del rock mexicano, los integrantes de Santa Sabina tuvieron la prudencia de abstenerse de gritar consignas patrioteras al son que les indicaba la mercadotecnia discográfica y la agreste promoción televisiva. Lo suyo era la música y ofrecer composiciones que se alejaban de los viejos nuevos clichés que ya avasallaban la producción de la mayoría de las bandas mexicanas surgidas a mediados de los ochenta. Con la colaboración de la poeta Adriana Díaz Enciso, Rita y Santa Sabina lograron una síntesis original entre la poesía, la canción y una estética que podríamos llamar gótica. Me permito reproducir enseguida unas notas que escribí en 1991, cuando el grupo tenía apenas unos años de haber irrumpido en la nueva escena del rock mexicano:
En la primera tocada de Santa Sabina el 2 de febrero de 1988, en el Salón de los Aztecas, la expectación del público se convirtió en una sorpresa excepcional: hacía ya mucho tiempo que no aparecía nada tan sensual y contundente en el horizonte roquero capitalino. El parto de Santa Sabina, en el mero corazón de la Ciudad de México —en la calle República de Cuba—, hizo recordar a algunos la memorable voz de Ula y su malogrado Casino Shanghai. Se habló entonces de una sucesora, de una continuación de aquellos gestos teatrales y provocadores. No faltaron tampoco los detractores y los criticones primarios: es una copia de Nina Hagen; eso ya está hecho... Sea como sea, el nuevo grupo se hizo rápidamente de numerosos adeptos y afinó poco a poco, pero con tesón y sensibilidad, su sonido y su presencia.
En menos de un año Santa Sabina era ya uno de los grupos de rock más populares del Distrito Federal. Su afortunada mezcla de funk bailable y ciertas reminiscencias del dark y la melodiosa y operística voz de Rita le movían el centro a cientos de jóvenes cada vez que subían al escenario. La presencia adusta de Jacobo (quien salió para dar paso a Santiago) detrás de sus teclados; el autismo draculesco de Patricio al centro de su batería; Pablo y las figuras ágiles y limpias de su guitarra; la gracia socarrona de Poncho aunada a la contundencia de su bajo y la cadencia de la coquetería teatral de Rita Guerrero —tan cerca de Betty Boop como de Nina Hagen—, han hecho de este quinteto una referencia imprescindible entre nosotros para entender y gozar de una música contemporánea que se nutre lo mismo de los aires nostálgicos de los desiertos árabes que de ciertos ritmos afroantillanos.
Mientras los veo —en mi tele, claro— pienso que son de los poquísimos grupos que saben conservar la dignidad frente a locutores imbéciles, playbacks obligatorios y públicos prefabricados.
Hasta aquí la nota que escribí hace ya veinte años. Descansa en paz, Rita. Gracias por todo.
algo que me dé placer
sin tener que padecer?
rogelio56@gmail.com
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